Antes de presentar esta nota, nos vemos en la sincera obligación de agradecerle a una de las personas mas fanáticas de la Vela Puerca en la región, Guillermina Roncoroni, que junto con el ya conocido "lechero" de la revista "Leche" Germán Franco, han sido correponsales de CazArte en este recital. Desde ya muchas gracias...y para todos ustedes: que la disfruten.
VAMO ARRIBA LA CELESTE
Una de las mejores formas de pasar el invierno es calentándose en un recital de rock. El domingo antes del domingo del día del padre, La Vela Puerca visitó Roca y trajo su fiesta de olor dulce al club Del Progreso. Fue el final de una gira que los trajo por primera vez a la patagonia argentina luego de haber llenado tres Luna Park en mayo de este año.
Si fuera mala persona podría decir que había más gente sobre el escenario que debajo de él, pero no vamos a ser malos. El público que se acercó al gimnasio de la esquina de Villegas y Maipú no fue mucha y de poca edad (será éste el público de La Vela). 300 personas “llenaron” la noche del domingo 11 de junio, la mayoría adolescentes y algunos viejitos infiltrados dispuestos a hacer crujir un rato los huesos.
Hay distintas formas de calificar un recital de Rock...y digo:
El recital llegó a su punto más alto cuando se despidieron por última vez. La Vela dejó todo en la cancha. Con un repertorio en el que incluyeron interpretaciones de sus tres discos: Deskarado, De bichos y flores y A contraluz, fueron pasando los minutos y las horas a puro salto. De pronto, los pibes estaban en cuero, sonaba “Va a escampar”, las chicas se habían subido a los hombros de los chicos y el olor dulce del cigarrito espiritual acariciaba las narices de cada uno de los que estábamos ahí. La Vela ardía, saltaba, bailaba y gozaba. Ya era recital.
Fue de esos recitales en donde el grupo pone más energía que el público. Habrá sido por el frío o porque éramos pocos (pero buenos). La polenta que la banda uruguaya puso en el escenario contagió a todos la bella enfermedad de la euforia. Temas como “El bandido de Saltodemata”, “Paren hoy”, “De atar” y, ya sobre el final, “El viejo”, obligaron a sacudir a la audiencia que descargó toda su energía al ritmo de la música. Y ahí, aparecieron los cantitos típicos, las rondas de pogo, el folklore de los recitales y otra vez era fiesta.
Hubo dos momentos de esos que primero contás al que se lo perdió. En el tema “Mi semilla”, “Si la hacemos la hacemos bien”, dijo Sebastián Teysera, cantante de la banda y se sentó al borde del escenario. Inmediatamente los pibes y los no tanto lo imitaron y todo el club se sentó en el piso a corear el himno velero: “y voy a tener pa’ fumar”, gritó el público sobre el final. “Están todos prendidos”, dijo el cantante coronando uno de los momentos más románticos de la noche. Comunión total.
Y el otro momento; cuando imaginariamente subió al escenario Luca Prodan para hacer “No tan distintos” y a los más viejitos se les cayeron los calzones. La banda charrúa nos regalaba un hit de Sumo que hizo delirar a los presentes. Gracias totales.
Pasaron algo más de dos horas, y pasó La Vela Puerca por la ciudad de las rotondas, con su ska, su reggae y su rock. “Esto recién empieza” dijeron al despedirse y ya estamos contando los días para volver a verlos.
Si fuera mala persona podría decir que había más gente sobre el escenario que debajo de él, pero no vamos a ser malos. El público que se acercó al gimnasio de la esquina de Villegas y Maipú no fue mucha y de poca edad (será éste el público de La Vela). 300 personas “llenaron” la noche del domingo 11 de junio, la mayoría adolescentes y algunos viejitos infiltrados dispuestos a hacer crujir un rato los huesos.
Hay distintas formas de calificar un recital de Rock...y digo:
El recital llegó a su punto más alto cuando se despidieron por última vez. La Vela dejó todo en la cancha. Con un repertorio en el que incluyeron interpretaciones de sus tres discos: Deskarado, De bichos y flores y A contraluz, fueron pasando los minutos y las horas a puro salto. De pronto, los pibes estaban en cuero, sonaba “Va a escampar”, las chicas se habían subido a los hombros de los chicos y el olor dulce del cigarrito espiritual acariciaba las narices de cada uno de los que estábamos ahí. La Vela ardía, saltaba, bailaba y gozaba. Ya era recital.
Fue de esos recitales en donde el grupo pone más energía que el público. Habrá sido por el frío o porque éramos pocos (pero buenos). La polenta que la banda uruguaya puso en el escenario contagió a todos la bella enfermedad de la euforia. Temas como “El bandido de Saltodemata”, “Paren hoy”, “De atar” y, ya sobre el final, “El viejo”, obligaron a sacudir a la audiencia que descargó toda su energía al ritmo de la música. Y ahí, aparecieron los cantitos típicos, las rondas de pogo, el folklore de los recitales y otra vez era fiesta.
Hubo dos momentos de esos que primero contás al que se lo perdió. En el tema “Mi semilla”, “Si la hacemos la hacemos bien”, dijo Sebastián Teysera, cantante de la banda y se sentó al borde del escenario. Inmediatamente los pibes y los no tanto lo imitaron y todo el club se sentó en el piso a corear el himno velero: “y voy a tener pa’ fumar”, gritó el público sobre el final. “Están todos prendidos”, dijo el cantante coronando uno de los momentos más románticos de la noche. Comunión total.
Y el otro momento; cuando imaginariamente subió al escenario Luca Prodan para hacer “No tan distintos” y a los más viejitos se les cayeron los calzones. La banda charrúa nos regalaba un hit de Sumo que hizo delirar a los presentes. Gracias totales.
Pasaron algo más de dos horas, y pasó La Vela Puerca por la ciudad de las rotondas, con su ska, su reggae y su rock. “Esto recién empieza” dijeron al despedirse y ya estamos contando los días para volver a verlos.
1 comentario:
Excelente Roncoroni... Sr. lechero... aplausos y mas aplausos!!...El olor dulce del cigarrito espiritual!! que poeta che!!
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